Quizás piensas, “coño Juancho, es que mi jefe está cabron.”
Créeme que te entiendo…
Aún recuerdo que uno de mis primeros jefes me exigía que para estar en la compañía debía dejar mi hobby de tocar guitarra en mi banda (cosa que era en mi tiempo libre y que no afectaba mis funciones).
Por supuesto lo ignoré, y permanecí en ese trabajo hasta que me vieron tocando en la actividad de uno de sus amistades. Ese despido continúa siendo una de las mejores bendiciones en mi vida.
Antes de entrar en las estrategias, vamos a explorar algunos atributos que comparten estos jefes tóxicos:
- Son Prepotentes. Muchos son autoritarios, al extremo de caer en soberbia o arrogancia: dos cualidades de un acomplejado. Cómo se creen perfectos, esperan que pienses y actúes como ellos. Esta actitud aniquila la moral de sus empleados.
- Falta de liderazgo. Ellos piensan que la única manera de ganar respeto es regañando, señalando fallas o humillando a los demás. Como nadie los quiere seguir, no les queda de otra que empujar como lo haría un amo a sus esclavos.
- Antipáticos. Los jefes antipáticos viven enajenados del pensar y sentir de su equipo. Como reyes del universo, asumen que todos están bien. Y si no lo están, tampoco le importa. Son groseros, maleducados, y carecen de destrezas sociales. Ahhhhh, pero ten cuidado porque si están en problemas, se ponen la máscara del “amigo” para minimizar la situación.
- Canallas. Según el diccionario, un canalla es alguien despreciable, vil o malvado. A estos les encanta mentir y manipular a los demás. De frente se hacen tus aliados, pero a espaldas dicen lo que sea por salvar su pellejo.
- Inseguros. No hay nada peor que un inseguro con un título. Si no me crees, entra a Google y escribe la palabra “idiota”. Luego fíjate en las imágenes a ver quién te sale en las primeras posiciones. Estos son ambivalentes en sus decisiones, culpan a otros por sus errores, insisten en que otros los resalten, no saben cómo resolver problemas complejos, y a veces tienen una imagen exagerada de sus capacidades.
Sea cual sea tu situación, no tienes porqué seguir sufriendo. Así que en lo que decides tus próximos pasos, aquí tienes tres estrategias que te protegerán contra sus malas vibras:
#1- Déjalo por Loco.
Si sabes que tu jefe o jefa viene a descargarte sus diarreas mentales, solo escúchalos, sonríe, y cuando termine le dices, “si, entiendo.”
Esto quiere decir que no reacciones, no respondas, no discutas, y no les demuestres tu enojo. Ten en mente que una persona normal no te trataría así. Además que no debe ser fácil vivir con una actitud tan mierda.
#2 – Imita su Lenguaje No-Verbal
¿Sabias que las personas con gestos y gustos similares tienden a llevarse mejor? Haz tu asignación y verifica cuáles son los intereses de tu jefe o supervisor.
Observa cómo camina, escucha cómo habla, y estudia sus valores. Cuando estés con ellos, espejea su comportamiento para que afinen mejor.
#3 – Úsalos como Motivación.
En lo personal, le doy mil gracias a cada uno de mis jefes tóxicos. Si no fuese por ellos no estaría donde estoy hoy. Haz lo mismo y utiliza esa incomodidad como excusa para moverte de ahí.
Imagínate que este es Dios diciéndote, “¡Puñeta mijooooo!” “¡Muévete o te mando a otro peor!” Olvídate del horóscopo y úsalo como una señal para buscar otras alternativas.
Si no lo haces, el masoquista eres tú.
Juancho