Todavía recuerdo mi primer día en la universidad. Eran mediados del 1996. Para ese tiempo pasaba por mi fase de escuchar música ska-punk y mi vestimenta era una extraña mezcla entre surfer, rockero y hippie.
Conducía un Oldsmobile azul y blanco (a.k.a. el carro policía) que si acelerabas muy rápido podías perder los dientes con el radio porque no estaba ajustado.
Recuerdo entrando por esos majestuosos portones pensando en la mágica experiencia académica que me esperaba. Yo pensé, “bahhh, esto es cuestión de 4 años y pa’ afuera a conquistar el mundo”. Si Pepe…. sigue en ese viaje.
Ocho años después, seguía vestiendo como si en mi casa no hubiesen espejos, y todavía luchaba por terminar el mismo jodío bachillerato. No por bruto sino por falta de claridad sobre quién era, que quería, y que haría para lograrlo.
Todo eso cambió el día que mi novia, ahora mi esposa, me vino con una interesante noticia mientras íbamos de camino al gimnasio. De momento me miro medio extraña y sacó un palito blanco de su cartera. Era una prueba de embarazo casera, y las dos rayitas no podían estar más rosas porque no había más tinta.
Me tomó por lo menos una a dos semanas en digerir la noticia. Ahí entro mi consciencia a joder diciéndome:
¿Yo seré padre? ¿El fracasado que prefería cortar clase para quedarse durmiendo?¿Que tipo de vida le daré?¿Que clase de ejemplo soy?¿Con que cara le daré el sermón de que siga sus sueños si los míos siguen en una gaveta?
Luego de la tormenta pasé por un momento satori en donde comprendí que si no salía de la orilla y comenzaba a nadar, nada cambiaría. ¿Y sabes que? Me tiré y mi vida jamás fue la misma.
Estoy seguro que al igual que yo, tus hijos son lo más importante en tu vida.
Disfrutas el verlos crecer. Aprendes de sus ocurrencias. Haces lo que puedes por llevarlos por el camino correcto y te desvives por darles lo que tú no tuviste. Pues ahora te toca sembrar en ellos una semilla positiva.
Así que si pensaste que este artículo era sobre mi experiencia, te equivocas. Es sobre la experiencia que vivimos cada padre o madre que ama tanto a su hijo que está dispuesto a arrasar contra lo que sea por darles una vida mejor.
Juancho
(Este artículo se lo dedicó a mis héroes, Yashi, Adrián, Carlos y Valeria. Espero algún día inspirarlos tanto como ustedes me inspiran a mi.)