Cuando era chiquito recuerdo como me encantaba correr mi bicicleta roja por la urbanización junto a mis ‘panitas’ del vecindario. A veces era simplemente para hacer carreras, y en otras ocasiones para escaparnos a visitar a unas chicas lindas que vivían cerca de mi casa. (Bueno, honestamente éramos tan tímidos que lo único que hacíamos era sonreírles y luego apurábamos el paso).
Por un tiempo todo era perfecto, hasta que un día llegando a mi casa de una corrida termine siendo perseguido por el perro más feroz que había visto en mi corta vida. Aunque sinceramente no lo vi bien, para mí era gigante, y la impresión fue tan fuerte que me llevó a dejar de hacer lo que tanto me gustaba.
Entonces, luego de 2 semanas aburrido y encerrado en mi casa decidí treparme en mi bicicleta y enfrentarme a la bestia que no me dejaba correr mi bici. Así que llegue hasta el lugar del evento y en menos de 1 minuto salió de entre unas plantas un perrito negro y chiquitito que era tan y tan viejito que ni siquiera tenía dientes. Créanme que si hubiese celulares en esa época un “selfie” de mi cara hoy valdría varios millones. Ah, pero eso sí, el tipito de apenas 10lb mojadas tenía un ladrido espectacularmente fuerte, capaz de asustar a este manganzón de 12 años.
En ese vergonzoso momento me di cuenta de que todo ese miedo imaginario que me mantenía estancado en casa estaba siendo causado por una diminuta criatura que ni podía usar su boca para rascarse el mismo.
Bueno, aparte de entretenerte con mi humillante historia sobre mi encuentro con esa fiera, mi intención real al compartir esto es para que internalizas la idea de que a veces nos privamos de realizar cosas que nos pueden producir crear cambios positivos, solo porque sentimos miedo de lo que podría suceder.
Por ejemplo, yo conozco a muchas personas que por años prefieren tolerar no tan solo trabajos mediocres, sino relaciones toxicas que en nada los ayuda, simplemente porque le temen a caer en una situación aún peor. Esto sería un ejemplo de como el miedo puede ser un factor limitante en tu progreso.
Sin embargo, también hay personas que están en la misma situación y utilizan esos mismos miedos como motivación para progresar. Para ellos o ellas quedarse donde están es mucho más aterrador que afrontarse a los cambios necesarios. En este caso se utiliza ese mismo miedo como detonante para tomar decisiones positivas tanto para ti como para tus seres queridos.
Estos son otros ejemplos comunes de miedos limitantes:
-Miedo al fracaso
-Miedo a la soledad
-Miedo a tomar riesgos
-Miedo al rechazo
-Miedo a ser criticado o juzgado
-Miedo a equivocarse
-Miedo a la competencia
-Miedo a la incertidumbre
En fin, cualquier pensamiento o expectativa irracional y en ocasiones exagerada que te haga sentir como si tu vida corriera peligro constituye un miedo que tiene el potencial para detenerte sin ni siquiera haber comenzado. Y para mí, amigo o amiga que lees esto, vivir de esa manera es completamente inaceptable.
Cuando sentimos miedo llenamos nuestra mente de imágenes y a veces películas de terror donde predecimos un futuro abismal sin tener evidencia alguna de eso (como yo y el dichoso perrito ese). Y no solo eso, también cause que te conviertas en un experto en excusas baratas que solo sirven para justificar por qué sigues ahí detenido.
El miedo también te hace ver obstáculos que no existen y problemas que probablemente nunca sucederán. Míralo así, si siempre estas esperando que suceda lo peor, de una manera u otra siempre lo vas a crear y atraer a tu vida, pero si decides enfocarte más en tus metas, automáticamente el destino final se hará más grande que los posibles tropiezos en el camino. La verdad es que el miedo llego para quedarse, pero está en ti si te vas a quedar ahí detenido o si te vas a mover comoquiera.
¿Recuerdas el perrito de mi historia? Si yo no me hubiese enfrentado a él probablemente hubiese pasado mucho tiempo en lo que volvía a montarme en una bicicleta. Y créeme, en tu vida vas a tener que enfréntate a muchos animalitos que ladran mucho pero no tienen dientes. Ah, y no me refiero al vecino chismoso o a los envidiosos en tu trabajo, nada que ver, me refiero a la gente cerca de ti como tu familia, tu esposo o esposa, tus amistades, tus maestros, y hasta los líderes comunitarios pueden intentar insertarte sus propias inseguridades para que te quedes ahí con ellos. Sinceramente yo no te puedo decir a quien escuchar y a quien no, pero tú ya sabes quienes vienen a desmotivarte y quienes te inspiran a ser mejor. Tu trabajo es discernir la paja del grano para que eches a un lado lo que no sirve.
En vez de dejar que tus miedos sean quienes determinen tus límites, úsalos a tu beneficio y conviértelos en retos que te llevarán a los más altos niveles del éxito en tu vida. Al igual que la chica en la foto de este artículo, estoy seguro de que ella reconoce cada uno de los riesgos que conlleva escalar una montaña. En mi opinión lo que la motiva a seguir escalando es su enfoque en lo que realmente quiere lograr: llegar la cima. Y mientras sube utiliza ese miedo para asegurarse de tomar pasos firmes que le ayuden a llegar de una manera segura, no para detenerla.
Recuerda que el éxito es un proceso constante donde en el 95% del tiempo vas a crecer, aprender, internalizar, fallar y fracasar. Es tu determinación de continuar ese proceso lo que te lleva a lograr ese 5% que pocos logran disfrutar.
No dejes que los ladridos del mundo eviten que expreses ese ser poderoso que vive dentro de ti y úsalo como un llamado celestial hacia la excelencia. Tu vida si puede cambiar, pero solo tú puedes crear ese cambio que deseas al seguir moviéndote hacia tus sueños. Solo recuerda seguir corriendo tu bicicleta hasta que llegues a dónde quieres llegar.